Num duro artigo para o jornal argentino Página 12, o escritor Eric Nepomuceno aponta o aumento do cerco ao interino Michel Temer. "É preciso reconhecer: nem sempre se registra, na história do mundo, um governo que reúne tantos acusados de corrupção promovendo um golpe institucional em nome da moralidade", diz ele. Nepomuceno diz, ainda, que o golpe idiotizou a classe média. "As classes médias, idiotizadas pelos meios oligopólicos de comunicação, se deram conta de ter sido manipuladas como massa de manobra pelo que existe de pior na apodrecida classe política brasileira"
19 de Junho de 2016 às 16:29
247 – Num
duro artigo para o jornal argentino Página 12, o escritor Eric
Nepomuceno aponta o aumento do cerco ao presidente interino Michel
Temer, que, em mais de 40 dias de governo provisório, ainda não
conseguiu colocar os pés nas ruas.
"É preciso reconhecer:
nem sempre se registra, na história do mundo, um governo que reúne
tantos acusados de corrupção promovendo um golpe institucional em nome
da moralidade", diz Nepomuceno.
O escritor diz, ainda,
que o golpe idiotizou a classe média. "As classes médias, idiotizadas
pelos meios oligopólicos de comunicação, se deram conta de ter sido
manipuladas como massa de manobra pelo que existe de pior na apodrecida
classe política brasileira."
Leia, abaixo, a íntegra do artigo (em espanhol):
Se acerca el cerco a Temer
Por Eric Nepomuceno, no Página 12
El pasado domingo, 12 de
junio, cuando se cumplió un mes de su gobierno interino, ejercido con
aires imperiales, el interino presidente Michel Temer se reunió con sus
hombres de interina confianza.
No se trataba de celebrar
el Día de los Enamorados, conmemorado en esta fecha en Brasil, sino de
evaluar, por enésima vez, si valía o no la pena hacer un pronunciamiento
a la nación por una cadena de radio y televisión.
A lo largo de ese largo y
agitado mes, Temer no osó aparecer públicamente ni una única y
miserable vez. Sus ministros son abucheados por donde caminan, tanto en
Brasil como en el exterior. Los gritos de ‘golpista’ y ‘entreguista’
componen la banda sonora de sus andanzas por donde sea.
Aquel domingo no se llegó
a ninguna conclusión. Ni en el lunes, menos el martes. El miércoles,
por fin, surgió la solución: un pronunciamiento denunciando todos los
errores y equívocos de la mandataria temporariamente apartada, Dilma
Rousseff, y de su desastroso gobierno, del cual, nunca está de más
recordar, el mismo Temer fungió como vicepresidente decorativo y su
voraz partido, el PMDB, fue el principal aliado.
Sería un discurso duro,
convocando a la urgente unión nacional, augurando mejores días, el fin
de la corrupción desenfrenada y otras propuestas tan genéricas como
vacías. Poniendo énfasis, claro, en un foco: de las impolutas manos de
Temer nacería un futuro claro, cristalino, casi virginal. Habría un
precio –alto precio– a pagar, pero al final todos seríamos felices, o
casi.
La fecha para el
pronunciamiento por cadena nacional de radio y televisión fue fijada
para el pasado viernes, 17 de junio, a eso de las ocho de la noche.
Bueno, ni modo. En la
víspera del pronunciamiento bombástico, se supo que fue atrapado el
ministro de Turismo, Henrique Alves, cuya trayectoria de bandolero
contumaz es pareja con la de otras luminarias del interino gobierno del
interino emperador. Cuentas secretas en Suiza, en fin, el mismo
currículum de otros cómplices que conforman el golpe institucional cuyos
brazos de pulpo se extienden por todos los asociados, desde el ex
refinado y elegante presidente Fernando Henrique Cardoso al playboy de
provincias Aécio Neves, derrotado por Dilma en 2014, para no mencionar
al PMDB de Temer y toda su pandilla.
Y más: el mismo Temer aparece denunciado como parte del esquema de corrupción instalado en la Petrobras.
En lugar de luminoso
pronunciamiento a la nación, lo que se vio fue el tercero ministro ser
catapultado de su sillón. El tercero en 35 días, un promedio inédito. El
ministerio de Turismo tiene importancia apenas relativa, pero Henrique
Alves integraba el núcleo duro del golpe institucional.
Ayer, sábado, se supo que
otro, el de Educación, Mendonça Filho, vástago de una dinastía podrida
de la política brasileña, también será denunciado.
Hay que reconocer: no
siempre se registra, en la historia del mundo, un gobierno que reúne
tantos acusados de ser corruptos promoviendo un golpe institucional en
nombre de la moralidad.
Cada día que pasa se hace más claro que todo esto no pasa de una farsa barata, patética, disfrazada de acto constitucional.
Temer, el ilegítimo, no
osa aparecer en público, a menos, claro, que se trate de un público
especialmente domesticado. Ni siquiera se atreve a una cadena nacional
de radio y televisión.
Las clases medias,
idiotizadas por los medios oligopólicos de comunicación, están atónitas:
se dieron cuenta de haber sido manipuladas como masa de maniobra por
parte de lo peor y más antiguo que existe en la podrida clase política
brasileña.
La izquierda, a su vez,
trata de resistir, y resiste. Sin embargo, la gran incógnita está
centrada en el ex presidente Lula da Silva, quien se retrae - excepto
por breves apariciones públicas, siempre multitudinarias - como quien
espera que el escenario se aclare aunque sea un poquito para entonces
decidir cómo actuar.
Las denuncias de
corrupción se suceden en monótono aluvión. Y más, mucho más vendrá
cuando se conozcan las confesiones de los grandes empresarios detenidos.
Lo único que parece
funcionar son los avances del equipo económico, un bando de neoliberales
extremistas dispuestos a exterminar el Estado en el menor plazo
posible. Conquistas sociales alcanzadas a lo largo de los últimos trece
años caminan céleres hacia la guillotina.
A cada día que pasa queda más y más claro que Temer, el ilegítimo, no logrará mantenerse en el poder.
El juicio a Dilma
Rousseff sigue en el Senado, cumpliendo los requisitos constitucionales.
Pero hasta ese trámite defrauda a los golpistas: en cada sesión queda
claro que no existe el menor justificativo para todo ese enredo. Hasta
los que declaran como testigos de la acusación a la mandataria apartada
reconocen que no hay crimen de responsabilidad cometidos, o sea, que no
hay justificación para removerla.
Mientras, Temer, el
ilegítimo, luce aires imperiales, destroza la política externa de los
últimos 13 años, las políticas sociales alcanzadas, amenaza con una
fiebre de privatizaciones, y así estamos.
Hubo, sí, una buena noticia por estos días: Dunga ya no es el entrenador de la selección nacional.
Hay que admitir, en todo caso, que frente al caos instaurado por el golpe institucional, se trata de un alivio apenas relativo…
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